¿Qué es un Cristiano Sensual?
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Un diccionario define sensual como "perteneciente a los sentidos u objetos sensibles: altamente susceptible por los sentidos".
El cristiano sensual es el que vive por los sentimientos más que por su entendimiento de la palabra de Dios.
El cristiano sensual no puede ser movido al servicio, la oración o el estudio a no ser que él "tenga ganas".
Su vida cristiana es solamente tan efectiva como la intensidad de los sentimientos en ese momento. Cuando experimenta la euforia espiritual, es un remolino de actividad divina; cuando está deprimido, es un incompetente espiritual. Constantemente busca experiencias nuevas y frescas, y las utiliza para determinar la palabra de Dios. Sus "sentimientos internos" se convierten en la maxima prueba de la verdad.
El cristiano sensual no necesita estudiar la palabra de Dios porque el ya conoce la voluntad de Dios a través de sus sentimientos. El no quiere conocer a Dios: quiere experimentarlo.
El cristiano sensual iguala (o confunde) "la fe de un niño" con la ignorancia. Él piensa que cuando la biblia nos llama a tener la fe de un niño se refiere a una fe sin contenido, una fe sin entendimiento. El no sabe que la biblia dice: "sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar" (1 Cor. 14:20). No se da cuenta de que pablo nos dice una y otra vez: "no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio" ( vease. Por ejemplo, Ro. 11:25).
El cristiano sensual va alegre por su camino, hasta que se encuentra con el dolor de la vida, que no es tan alegre, y se desploma. Por lo general termina por abrazarse a un tipo de "teología relacional" (la mas terrible maldición de la cristiandad moderna) donde las relaciones personales y la experiencia toman precedencia sobre la palabra de Dios. Si la escritura nos demanda una acción que pueda poner en peligro una relación personal, entonces la escritura debe ponerse en tela de juicio. La ley más elevada del cristiano sensual es la que de los sentimientos malos deben ser evitados a toda costa.
Cuando leemos en la escritura: "confiad, yo he vencido al mundo" (Jn 16:33), el bostezo no es una respuesta apropiada. Podemos sentirnos animados porque entendemos que Cristo ciertamente ha vencido al mundo. Eso estremece nuestras almas y nos hace bailar de contento. ¿Que es mas maravilloso que experimentar la dulzura de la presencia de Cristo o la cercanía del Espiritu Santo?
Dios no permitió que perdiésemos nuestra pasión o que pasáramos por el peregrinaje cristiano sin una experiencia de Cristo. ¿Que sucede cuando hay un entre lo que Dios dice y lo que yo pienso?
Debemos hacer lo que Dios dice, nos guste o no. Eso es de lo que trata el cristianismo.
Reflexione un momento. ¿Que sucede en su propia vida cuando usted actúa según lo que tiene ganas de hacer y no según lo que sabe y comprende que se le está pidiendo que haga?
Aquí nos enfrentamos a la cruel realidad de la diferencia entre la felicidad y el placer. ¡Cuán facil es confundir las dos cosas! La busqueda de la felicidad se considera nuestro "derecho inalienable". Pero la felicidad y el placer no son la misma cosa. Los dos son agradables, pero solo uno es duradero. El pecado puede traer placer, pero no la felicidad. Si el pecado no fuese tan placentero, apenas representaría una tentación. Pero, mientras que el pecado frecuentemente "es agradable", no produce felicidad. Si no conocemos la diferencia o, peor aun, no nos importa la diferencia, habremos avanzado a grandes pasos para convertirnos en el máximo cristiano sensual.
Es precisamente en el punto de discernir la diferencia entre el placer y la felicidad en el que el conocimiento de la escritura es tan vital. Existe una relación maravillosa entre la voluntad de Dios y la felicidad humana. El engaño fatal de satanás es la mentira de que la obediencia jamás nos podrá proporcionar felicidad. Desde la tentación primordial de Adán y Eva a la seducción satánica de anoche. La tentación ha sido la misma. "Si haces lo que Dios ordena, no serás feliz. Si haces lo que yo digo, serás 'liberado' y conocerás la felicidad".
Si hubiera algún secreto -un sercreto cuidadosamente velado- para alcanzar la felicidad humana, sería aquel expresado en un catecismo del siglo XVI que dice: "el fin primordial del hombre es el de glorificar a Dios y disfrutar de El para siempre". El secreto de la felicidad se encuentra en la obediencia a Dios. ¿Como podemos ser felices si no somos obedientes? ¿Como podemos ser obedientes si no sabemos a que obedecer?
En resumen, la felicidad no puede ser completamente descubierta mientras permanezcamos ignorantes de la palabra de Dios.
Dicho sea de paso, el conocimiento de la palabra de Dios no garantiza que haremos lo que dice, pero cuando menos sabremos lo que deberíamos estar haciendo en nuestra búsqueda de realización como humanos.
La cuestión de la fe no es tanto si debemos creer en Dios, como si realmente creemos al Dios en quien creemos.
Dr. R. C. Sproul