5. ¿Aguarda Ansiosamente el Retorno de Cristo?
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Más adelante en 1 Juan, llegamos a la quinta prueba para certificar si una persona es salva: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seres semejantes a Él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene puesta esta esperanza puesta en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro" (1 Jn. 3:22-23). Si usted es un verdadero cristiano tendrá esta esperanza en su corazón, y su esperanza estará enfocada en el retorno de Cristo, y purificará su vida.
¿Ama usted a Cristo de una forma tal que desea ardientemente verle cara a cara y ser hecho como Él? La Escritura nos dice que esa es la bendita esperanza y el supremo gozo del cristiano. Romanos 8 declara que toda la creacón gime en anticipación a la gloriosa manifestación de los hijos de Dios. En 1 Juan 3, leemos que esto involucra tres cosas: Cristo aparece, nosotros le veremos, e instantaneamente seremos hechos como Él.
"Más nuestra ciudadanía está en los cielos", dijo Pablo, "de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transfigurará el cuerpo de nuestro estado de humillación, conformándolo al cuerpo de la gloria suya, en virtud del poder que tiene también para someter a sí mismo todas las cosas" (Fil. 3:20-21). ¿Está usted esperando este acontecimiento? ¿Desprecia el pecado en su naturaleza caída, y desea ser como Cristo? Pablo dice, "y así como hemos llevado la imagen del terrenal, llevaremos tmbién la imagen del celestial" (1 Cor. 15:49). ¿Se estremece su corazón al leer estas palabras?
Una esperanza así tiene un poder ético, pues dice Juan que purifíca el corazón del que la posee. Pablo decía algo similar a Tito: "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para ofrecer salvación a todos los hombres , enseñandonos que, renunciando a la impiedad, y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tit. 2:11-13).
Esta es una esperanza sensata y práctica que lleva a una vida de iguales características. No es una anticipació cualquiera, que nos permite vivir de forma irresponsable con nuestros deberes como seres humanos. Tener una mente tan llena de los temas celestiales, que no nos permita ser buenos cristianos sobre esta tierra, es toda una contradicción. La esperanza de su semejanza a Cristo, le hará actuar más como Él, y querrá alcanzar a los demás con el evangelio y cumplir la comisión que Dios le dio.
Desear fervientemente el regreso de nuestro Señor Jesucristo, constituye una evidencia de que usted es salvo; una indicación de la nueva naturaleza que posee, la cual desea ser librada de un cuerpo de pecado, y convetirse en un cuerpo de gloria. Si tiene este santo anhelo, entonces ha pasado una prueba importantes que indica la realidad de su salvación eterna.
John F. MacArthur, Salvos Sin Lugar a Dudas, Capítulo 5, pp 80-82.