9. ¿Ha Experimentado Usted el Ministerio del Espíritu Santo?
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En 1 de Juan 4:13, se desarrolla el tema de pertenecer a Dios: "En esto conocemos que permanecemos en Él, y Él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu." Lo primero que el Espíritu ha hecho, ha sido dar testimonio de que el Padre ha enviado al Hijo para ser el Salvador del mundo (v. 14). Si hemos confesado que Jesús es el Hijo de Dios, el Salvador del mundo, y le hemos dedicado nuestra vida, ha sido por obra del Espíritu. Si no hubiera sido por el Espíritu Santo, no habríamos conocido quién es el Señor Jesucristo y no le confesaríamos como Salvador y Señor. ¿Ha experimentado el lector este ministerio del Espíritu Santo? Si es así, es una evidencia de que es un verdadero hijo de Dios.
Otra de las obras del Espíritu, es la de iluminar nuestro entendimiento con respecto a las Escrituras. Juan, hablando del Espíritu, dijo: "Y en cuanto a vosotros, la unción que recibísteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; sino que así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en Él" (2:27). Pablo escribió: "...el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios" "...Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos los que Dios nos ha otorgado gratuitamente" (1 Cor. 2:12). Al leer la palabra de Dios ¿se da cuenta de que el Espíritu ilumina su significado? ¿Entiende lo que dice?
¡A veces lo entiende tan bien que se siente incómodo por las implicaciones que su contenido acarrea! No hablo de los pasajes oscuros con los que a veces hemos de luchar, sino invitando a mis lectores a considerar el efecto que tiene la Palabra de Dios sobre ellos. Hágase esta pregunta: ¿Me convence la Palabra del pecado que hay en mi? ¿Me hace regocijar cuando estoy adorando a Dios y procurando el avance de su Reino? Estas son señales de la obra iluminadora del Espíritu en su vida.
Miremos otros ministerios del Espíritu. ¿Qué piensa de la comunión con Dios? ¿Es el Espíritu que le guía a exclamar "¡Abba Padre!" (Gá. 4:6), como una señal de su intimidad y comunión con Dios? ¿Y qué piensa de la alabanza? ¿Quién le impulsa a cantar con significado y devoción? En Efesios 5:19, Pablo explica que la plenitud del Espíritu nos guía a hablar entre nosotros "con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando al Señor en vuestros corazones". ¿Y qué pensáis acerca del fruto del Espíritu, al cual Pablo describe como "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio"? (Gá. 5:22-23). Estas actitudes son gracias espirituales. ¿Están presentes en la vida de mis lectores?
¿Ha ministrado alguna vez espiritualmente, ayudando a alguien, dando algo a alguna persona necesitada, o hablandole a un incrédulo acerca de Cristo? Estas son evidencias del Espíritu de Dios. ¿Experimenta en la actualidad el ministerio del Espíritu en su vida? En Romanos 8:16, Pablo explica que "El Espíritu mismo da juntamente testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios." Ahora bien, no espere que Él le susurre a su oído algo así: "¡Tú eres un cristiano, créeme, eres un cristiano." No oiremos una voz audible, nasa esotérico o místico, pero sí algo muy concreto. Él nos da su testimonio, manifestando la evidencia de Su presencia en nuestra vida -iluminándonos los pasajes de la Escritura, acercándonos a la comunión con Dios por medio de la oración y la alabanza, produciendo fruto espiritual de gracia en nuestra vida, y capacitándonos para ministrar de forma efectiva a los demás.
Si el Espíritu está presente en su vida, es una evidencia de que usted mora en Dios y Él en usted (1 Juan 4:13). Por lo tanto, puede permanecer confiado. No permita que su corazón le condene, oscurezca su existencia y le diga que no es un auténtico creyente. Reconozca la obra del Espíritu en su propia vida. No existe ninguna razón para dudar y ser un cristiano inestable.
John F. MacArthur, Salvos Sin Lugar a Dudas, Capítulo 5, pp 92-93.